En un año que empezo con manifestaciones estudiantiles mucho mas locales y desde su principio radicales (tomas como primer método de movilización), dejo una columna que escribí el 4 de julio como Presidente de la Codeju, en respuesta a las declaraciones de Claudio Orrego, el actual intendente de Santiago, y una de las autoridades políticas mas asquerosas y doble estandar que existe. Un DC que habla de los Derechos Humanos desde la posición religiosa y que no le ha temblado la mano, por ejemplo, dejar sin casa a la gente de las tomas de peñalolen cuando fue alcalde de esa comuna, como de denunciar a los compañeros que protegieron a toda esa gente.
ORREGO Y EL DERECHO A LA PROTESTA
Los últimos 2 meses han estado
marcados por el gran número de manifestaciones y protestas estudiantiles
levantadas por todo el país, y además, por graves vulneraciones a los Derechos
Humanos que se han generado mayoritariamente en el accionar de las fuerzas de
orden público en respuesta a estas manifestaciones. Al parecer julio no será
distinto, pues mientras desde las organizaciones estudiantiles se llama a dos
manifestaciones nacionales, la respuesta del intendente metropolitano, Claudio
Orrego, ha sido negar una marcha para este día martes 5 argumentando que no
permitirá dos marchas en una semana y que “debe respetarse el derecho de los
demás ciudadanos a transitar libremente, y la ciudad debe ser de todos”.
Ante esto, siempre hace ruido que una solicitud formal a la
intendencia metropolitana (respetando la normativa vigente que de por sí
contiene muchas disposiciones que criminalizan la protesta), sea rechazada con
la justificación del derecho al libre tránsito y la reunión, cuando a nivel
internacional se entiende que la manifestación pública es vital para consolidar
la vida de la democracia y cuando detrás de las palabras del intendente se lee
un claro intento de generar una falsa dicotomía entre orden público y
manifestación social.
Sinceremos el asunto. Sabiendo que no se ha generado
estadística al respecto, pero siendo demostrable con el solo hecho de recorrer
las calles del centro de Santiago, el orden público se altera mucho más con las
manifestaciones no autorizadas que con una marcha pacífica por alguna calle
capitalina. En el mismo sentido, no solo existe legislación que entorpece el
derecho de reunión -por ejemplo, derivándolo directamente a las disposiciones
policiales-, sino que existe una clara voluntad política de las autoridades de
dar a entender algunas manifestaciones públicas, y en este caso las
estudiantiles, como sinónimo de desórdenes públicos, cosa que se hace visible
cuando se intenta de adjudicar los desmanes ocurridos en las manifestaciones
anteriores a los organizadores, desviando la atención de las demandas políticas
de los manifestantes. Si bien es cierto que no se puede negar que este año se han
visto hechos lamentables de violencia dentro de las manifestaciones públicas,
como lo fueron la muerte de un trabajador en Valparaíso y el saqueo de una
iglesia en el centro de Santiago, estas situaciones jamás deberían ser un
pretexto para que se generen políticas de gobierno que busquen impedir el goce
de derechos como el derecho a la reunión y a la protesta social, y tampoco para
quitarle el contenido y legitimidad a las manifestaciones.
Mientras por un lado el gobierno impulsa un proyecto de
reforma de educación superior que no resuelve los múltiples problemas
existentes en este campo, evitando tocar los intereses económicos que hacen que
justamente se vea vulnerado el Derecho Humano a la educación y, por tanto, no
acerca el sistema educativo chileno al estatus de derecho social que debiese
tener en base a lo establecido internacionalmente, por el otro mantiene una
política criminalizadora a la protesta y al derecho a la reunión, evitando
pronunciarse, por ejemplo, respecto de los hechos de tortura que sufrió una
estudiante secundaria en Concepción en el desalojo de su colegio o de los
terribles casos de agresiones físicas y psicológicas que han sufrido los
estudiantes de Santiago por los excesos de la acción policial en los desalojos
que el mismo intendente Orrego ha autorizado.
Así como quienes se manifiestan lo hacen legítimamente
exigiendo que se respete un derecho social, debemos exigirles a las autoridades
el respeto al ejercicio de los pocos derechos esenciales que efectivamente
siguen siendo de todos y todas. Así como el intendente Orrego dice que espera
que todos puedan transitar libremente este día martes, en vez de aprobar una manifestación
pacífica por el centro de Santiago mandará a las fuerzas policiales a
enfrentarse con quienes quieran marchar exigiendo su derecho a hacerlo,
haciendo política televisiva, pero irresponsable e incoherente. Es
completamente inaceptable e irracional que mientras haya manifestaciones por
garantizar derechos, la respuesta sea restringir el derecho a la protesta
social. Quienes reivindicamos una sociedad más justa y que respete los Derechos
Humanos tenemos como deber denunciar públicamente estos actos, ya que también
somos de esos que se manifiestan por una educación que sea verdaderamente un
derecho y entendemos la frustración de años sin respuestas concretas de todos
los estudiantes.
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